viernes, 2 de noviembre de 2018

Calaceit

Calaceite

Calaceite (Teruel) Portad...


Villa de la prov. de Teruel, a 196,7 km. de la capital. Situada en el interfluvio Algás Buscar voz...-Matarraña Buscar voz... en el ángulo noreste de la prov. a 511 m. de alt. Temperatura media anual, 15,6°. Población: en 2011, 1.131 hab.; en 1998, 1.232 hab.; en 1978, 1.512 hab.; en 1950, 2.099 hab.; en 1900, 2.641 hab.

• Encicl.: Su origen es árabe Buscar voz..., ya que se llamó Qalat-Zeit, que significa Castillo del Olivo. Nace al pie mismo de la carretera para elevarse por calles empinadas. El casco urbano fue declarado conjunto histórico-artístico con fecha 12-IV-1974. A la cultura árabe aunque presente, hay que anteponer la romana. El arco sobre el que se asienta la capilla de la Virgen del Pilar, es de origen románico; existe otro, el de San Antonio, bastante posterior. La Casa Consistorial pertenece al siglo XVII y los arcos de la plaza siguen cumpliendo como lonja en los días feriados.
A sólo un kilómetro del casco urbano, a la derecha de la carretera de Valderrobres, se encuentra el monte de San Antonio Buscar voz..., con la ermita construida en 1798. Allí mismo cabe admirar, una vez vencido el primer cerro llamado de San Cristóbal, el excepcional poblado ibérico descubierto en 1902, cuyas obras de excavación se prolongaron hasta 1915. Este poblado fue declarado monumento nacional, y data cronológicamente de los siglos III y II a.C. El que fue rector de la Universidad de Barcelona, Pedro Bosch Gimpera Buscar voz..., se ocupó personalmente de dirigir las obras de excavación.
La artesanía Buscar voz... de la cerámica tiene asegurada la tradición en Calaceite, con el buen hacer del trabajo desarrollado por la recién desaparecida Teresa Jassà Buscar voz..., cuya fama ha traspasado todas las fronteras. Otros muchos artistas acuden atraídos por este conjunto histórico-artístico y fijan en él su residencia. Tal es el caso del escritor chileno José Donoso.
Las fiestas mayores tienen su desarrollo en el mes de agosto, del 14 al 17, en honor de la Asunción de la Virgen, San Roque y Santos Plácido y Reparato. También se celebra la fiesta de San Cristóbal, el 10 de julio, y romería a Santa Ana.
Calaceite pertenece a la comarca del Matarraña y sus gentes se expresan en la lengua vernácula, un dialecto peculiar derivado del catalán Buscar voz... y «chapurriao», que ellos denominan «calaseitán».
• Arqueol.: Entre otros restos con entidad propia, en un túmulo de Les Humbries apareció un thymiatérioncéltico formado por dos soportes circulares unidos por una columna, y un caballito en bronce macizo, además de una coraza de bronce decorada con círculos, y dos espadas, todo ello ajuar funerario de guerrero fechado hacia el siglo V a.C. Se encontró en 1903 y tras diversas vicisitudes el thymiatérion pasó por el Museo del Louvre parisino y fue recuperado en los años cuarenta para el Museo Arqueológico Nacional. La coraza se llevó de la colección Vives al Museo de Mahón (Menorca). Además, otros yacimientos en La Valleta, Val de la Cabeza y Camino de Santa Ana, éstos con restos romanos. (San Antonio de Calaceite Buscar voz...).
• Bibliog.: 

Martín-Bueno, Manuel: Aragón Arqueológico: sus rutas; Zaragoza, 1977.

• Arte: Además del yacimiento arqueológico del poblado ibérico del cabezo de San Antonio, declarado monumento nacional por decreto de 3-VI-1931, la villa de Calaceite constituye un conjunto urbano de singular interés artístico por su arquitectura civil. Son notables algunos elementos aislados de época gótica, datables en el siglo XIV, y especialmente algunos arcos apuntados de la plaza, de los que arranca la calle de la Iglesia (antes dels Hostals) y dos casas en esta misma calle (la núm. 5, con dos ventanales góticos característicos de la arquitectura civil levantina en la planta noble). Pero la mayoría de los edificios conservados corresponden a la Edad Moderna, agrupándose en torno a dos hitos constructivos: un primer momento, hacia finales del siglo XVI, con su más espléndido ejemplo en la propia casa consistorial Buscar voz... (1610), un segundo momento de esplendor edilicio a lo largo del siglo XVIII, con densidad constructiva en la década de 1760. El conjunto resulta muy homogéneo, con fachadas a la calle muy nobles, de piedra de buena cantería, de tres plantas, destacando los balcones sobre grandes ménsulas de piedra labrada y barandillas de hierro forjado en la planta principal.
—Iglesia de la Asunción. Antes con la advocación de Santa María del Pla. Perteneció como la villa, a la encomienda de la Orden de Calatrava Buscar voz... en Alcañiz Buscar voz... hasta 1452, y desde esta fecha al cabildo de la catedral de Tortosa hasta 1956, en que se adscribe a la archidiócesis de Zaragoza. De su anterior fábrica gótica se conserva en la casa consistorial una clave, con el relieve pétreo de la Virgen del Pla, del siglo XV. La fábrica actual es barroca, realizándose lo fundamental entre 1695 y 1710; en el basamento de la portada aparece la inscripción de 1701, y dirigía las obras el cantero vizcaíno Francisco Ibargüens. La iglesia es de tres naves de la misma altura y capillas laterales, con cabecera poligonal para la nave central y recta para las laterales; el tramo del crucero, que no sobresale, es de doble profundidad que los otros tres restantes de las naves, por lo que a los brazos del crucero abren dos capillas laterales por cada lado. A los pies hay un coro en alto, sobre las tres naves. Destacan los soportes que separan las naves, formados por un pilar cuadrado con medias columnas adosadas en sus cuatro frentes. Es un modelo arcaizante, que repite fórmulas renacentistas, fenómeno similar al de la iglesia del Salvador de Sevilla. Se cubre con cúpula el crucero, con lunetos la nave central y aristas las laterales y capillas, salvando alguna cúpula ciega y bóvedas vaídas; en parte los abovedamientos han sido reconstruidos tras la guerra civil. Contrasta con el arcaísmo descrito la concepción de la fachada de los pies, con tres puertas, adinteladas las laterales y a modo de retablo la central, con arco de medio punto, y dos cuerpos con columnas salomónicas y estípites; Kubler ya la relacionó con la portada de la iglesia de Vinaroz, aunque más progresivamente barroca y dinamizada ésta de Calaceite. Sobresale la puerta, decorada con clavos de forja únicos. A la izquierda de la fachada se eleva la monumental torre, de planta cuadrada, de la que sólo se construyeron dos cuerpos, ya que el tercero (y actual de campanas) es añadido posterior y disonante; en el segundo cuerpo sendas esculturas tenentes por cada lado soportan la cornisa. El tesoro artístico es posterior a la guerra civil y carece de interés; el relicario de la Santa Espina es una obra de platería neogótica, fechado en 1894, con punzón orrico, y regalo de la familia Roig; el anterior relicario desapareció en la invasión catalana de 1643.
—Portales-capilla. Una espléndida creación barroca, que integra la arquitectura religiosa en el marco urbanístico de la villa, es el portal-capilla, de los que se han conservado los de San Antonio y de la Virgen del Pilar (fechado en 1767), coetáneos y que responden a idéntico prototipo arquitectónico. Son edificios de planta cuadrada, cuya parte inferior queda completamente abierta en sus cuatro lados por medio de cuatro arcos de medio punto, y que se aboveda con arcaizante sistema de crucería (sencilla en el Pilar y estrellada en San Antonio); este sistema permite dar paso al trazado viario. Sobre esta especie de templete se eleva la capilla propiamente dicha, a la que se accede por escalera adosada, y que se cubre con cúpula sobre pechinas y linterna, y que curiosamente también es abierta en su frente principal con un gran arco de medio punto, cerrado con puertas de madera, y que permite la visibilidad de la capilla desde la calle, donde se puede aglomerar la asamblea de los fieles. En el caso de la capilla del Pilar, ante este frente principal confluyen las calles de Maella y den Rufa; de la parte posterior de San Antonio divergen las calles de Horta y de Santa Bárbara.
—Ermitas. Merecen destacarse la de Santa Ana, junto a una fuente adonde se acude en romería. Obra realizada en 1621 por el cantero Francisco Bunos; constituye una versión arcaizante del prototipo gótico/catalán rural. Se trata de una iglesia de nave única y muy profunda, con testero recto, y cubierta con madera a doble vertiente sobre tres arcos-diafragma, en este caso de medio punto, como la puerta de los pies y los dos vanos de la espadaña, todo ello en buena piedra sillar, como la casa de romería. La ermita de San Cristóbal se eleva sobre el cerro que escalonan las capillas del Calvario (pequeñas capillas de planta rectangular y abovedadas con cañón, de diversas épocas, una de 1768, a devoción de Francisco y Josep Fontanas y Susana Camarasa; otra de 1799, etc.); en la cumbre la ermita de San Cristóbal se edificó en 1740, fecha de la portada pétrea, versión menor de la parroquial, pero muy primorosa, con hornacina flanqueada por estípites e imagen del Santo; la nave es única, con arcos poco profundos a modo de capillas laterales, y se aboveda con cúpula en el presbiterio y tres tramos más con arista. La casa adosada es de 1747. La pequeña ermita de San Antonio se eleva sobre el cerro de su nombre, próximo al de San Cristóbal, dominando el poblado ibérico ya mencionado. Obra del cantero Francisco Nerija, realizada en 1626, lleva las fechas de 1700 y 1798, en la fachada; es de pequeña planta rectangular, abovedada con cañón.
—Casa consistorial. Obra del cantero alcañizano Francisco Pizarro, contratada en 1609 por 1.400 libras. Labrada la fecha de 1610. Es un magnífico edificio manierista con lonja en la planta inferior, con dos amplísimos arcos de medio punto sobre pilar cilíndrico (que recuerda el lateral de la lonja de Alcañiz). La planta noble presenta tres amplias ventanas adinteladas, con protección de balaustrada y magníficos ventanos, obra de carpintería con motivos de lazo de cuatro octogonal mudéjares en el central; en el salón de esta planta noble se halla embutida en el frontis la hornacina que cobija la talla del Crucificado (al que le faltan los brazos) en madera policromada, obra finísima del siglo XVI; va enmarcado por un retablo manierista, labrado en yeso, con policromía reciente, y que es coetáneo de la fábrica. La tercera planta se resuelve con la característica galería aragonesa, a base de nueve arcos de medio punto doblados. La fachada de la casa consistorial domina la Plaza Mayor (antes de Sitjá). Se guarda en el Ayuntamiento, además de la clave gótica ya mencionada, un relieve hispanoflamenco, de la segunda mitad del siglo XV, también representando a la Virgen del Pla, y que procede del desaparecido portal de la Font, en la salida a la actual Plaza Nueva, están mutiladas las cabezas. La cruz de término, en piedra labrada, tardogótica, que presidía la Plaza Mayor fue trasladada a la Plaza Nueva.
Arquitectura civil. Resulta imposible enumerar, por lo ya dicho, todas las casas de interés arquitectónico, dos de ellas reproducidas en el Pueblo Español de Barcelona, con motivo de la Exposición Universal de 1929. Una de ellas, la casa Moix, en la calle Roquetas, de 1767, presenta un singular balcón corrido y en esquina.

Imágenes de la voz

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Aspecto actual del soporte de caldero expuesto en el Museo Arqueológico N

"LES FERRERES" DE CALACEITE (TERUEL): UNA TUMBA IBÉRICA CON UN AJUAR EXCEPCIONAL

En agosto de 1903 un campesino de Calaceite (Teruel) descubrió casualmente una tumba de época ibérica que contenía un ajuar excepcional compuesto por varias piezas metálicas, actualmente dispersas, que se han expuesto en museos tan importantes como el Louvre de París,  el Museo del Prado o el Arqueológico Nacional de Madrid, entre otros. La tumba, fechada a mediados del siglo VI a.C., debió pertenecer probablemente a un guerrero de elevada posición social.


 

El soporte de caldero de la tumba de Les Ferreres de Calaceite,
 según un dibujo de Juan Cabré publicado en 1908
  

Un hallazgo inesperado y una ubicación concreta desconocida
Julio Pastor, un campesino calaceitano, descubrió mientras labraba en una finca de su propiedad en la partida de Les Ferreres (llamada así por la habitual aparición de objetos o restos metálicos) un extraordinario conjunto de piezas metálicas pertenecientes a una tumba de época ibérica. Pocos años después el erudito local, Santiago Vidiella, describía en el Boletín de Geografía e Historia del Bajo Aragón, del que era director, el contenido y las circunstancias del hallazgo:


 

Cista de un túmulo funerario ibérico en la comarca del Matarraña.
 La tumba de Les Ferreres debió tener un aspecto similar al de la foto.

“Dos pedruscos sin aderezo ni labor de ninguna clase, ocultaban un portaluz de bronce, una coraza del propio metal, otras armas de hierro y algunos vasos térreos, estos en pequeña cantidad. El candelabro apareció quebrado en grandes y pequeñas porciones, aunque fácilmente reintegrable a su primitiva forma… Mas apurada apareció la coraza, bellamente repujada. También las armas de hierro volvieron a la luz del día muy deformadas por la oxidación, aunque en alguna hoja descubríanse los dos filos y las empuñaduras mostraban haber tenido revestimientos laterales de materia más caduca, tal vez cuerno o hueso y más seguro madera. Los fragmentos cerámicos no podían dar razón de la forma de los vasos” (Vidiella 1908, 208)
En ese mismo Boletín el joven Juan Cabré, recién iniciado en el mundo de la arqueología y oriundo también de la misma localidad, añadía algunos detalles sobre la localización del hallazgo:


 
Panorámica general, tomada desde la cima del cabezo de San Antonio de Calaceite,
de la zona donde apareció la tumba y el ajuar de Les Ferreres.

“De la falda del monte de San Antonio arranca en dirección S.O. una zona muy señalada con toda clase de objetos pre-romanos, como si respondiera a la dirección de una ruta o vía, que en todo caso no debió apartarse mucho del actual camino vecinal de Santa Ana. Pasa por el campo de Justo Pastor; parece ensancharse en las cercanías de la ermita de aquella Santa, donde hay una rica fuente; cruza el barranco de Calapatá; nuevamente se detiene en Castellans… y luego tuerce, probablemente, hacia el S. buscando a Cretas y Valderrobres… Estoy convencido de que el depósito contenía el ajuar funerario de un guerrero ibérico, enterrado al lado de la urna de sus cenizas; y podría asegurarse que las losas que lo cubrían constituyeron la caja de uno de los muchos túmulos que hubo en la región”  (Cabré 1908, 229)

  
Autorretrato de Juan Cabré, 1907. En esa época el futuro arqueólogo
 se consideraba a sí mismo como "pintor histórico"

 

En la actualidad se desconoce el lugar exacto del hallazgo. Posiblemente se ubicaría en alguna de las parcelas actualmente dedicadas al cultivo del olivo en la partida de Les Umbríes, cerca de la ermita de Santa Ana, a menos de 3 kms al sur de la localidad de Calaceite (Teruel).


Las vicisitudes de un ajuar excepcional
A los pocos meses del hallazgo, Julio Pastor, el descubridor del ajuar, vendió la mayor parte de los materiales a un anticuario de Zaragoza. Muy pronto todas estas piezas llegaron al mercado de antigüedades de Madrid donde comenzó su dispersión. El historiador Antonio Vives adquirió la coraza, mientras que el extraordinario soporte de caldero (incorrectamente conocido como thymiaterion o quemador de incienso) apareció al poco tiempo, en 1906, en el Museo del Louvre de París donde fue parcialmente restaurado. Investigaciones recientes han confirmado que en el mismo lote llevado a Francia se encontraban las asas y algunos restos de un caldero así como otros fragmentos metálicos que hoy se encuentran depositados en el Museo de Saint-Germain-en-Laye (Rouillard 1997, 134; Graells y Armada 2011).

 

La Dama de Elche expuesta en el Museo del Prado en 1941 junto con otras piezas devueltas
 por el gobierno francés, entre ellas el soporte de Calaceite.

El soporte de caldero de Calaceite regresó a España en 1941 junto con la Dama de Elche, las coronas de Guarrazar y otras excepcionales piezas arqueológicas gracias a un acuerdo de alto contenido político firmado ese año entre Francia y España. Tras ser expuesto durante unos meses en el Museo del Prado el soporte pasó finalmente al Museo Arqueológico Nacional donde actualmente se conserva. Por su parte, la coraza adquirida por Antonio Vives fue depositada en el Museo de Menorca, su localidad natal, donde permaneció hasta el año  2007 cuando fue cedida al Museo Teruel donde actualmente se expone. Los fragmentos de espadas y los restos cerámicos se encuentran perdidos o en paradero desconocido.

El contenido del ajuar
Aunque son muy abundantes los estudios y publicaciones sobre el ajuar de la tumba de Les Ferreres de Calaceite (especialmente los relacionados con el soporte) no ha sido hasta recientemente cuando, tras el estudio de los fragmentos conservados en París, se han aportado significativas novedades sobre el mismo (Graells y Armada, 2011). A la luz de las últimas investigaciones este ajuar estaba compuesto por las siguientes piezas:

 
 

El ajuar metálico de la tumba de Les Ferreres de Calaceite (Teruel),
segun las recientes investigaciones de R. Graells y X. L. Armada.
  

El soporte: Se trata de un soporte de caldero de unos 35 cm de altura formada por dos platos cónicos de aros calados (uno en la base y otro en la parte superior) que se unen mediante un vástago o columna central apoyada sobre un caballo cuyas patas se asientan en los aros del plato inferior. Tanto los aros como la columna central se decoran con trenzados o motivos en espiga. La pieza, de extraordinaria factura, se utilizaba como soporte de vasos metálicos que contendría líquidos o sustancias aromáticas como incienso.  Recientes estudios consideran que este tipo de soportes se elaboraron en talleres artesanales del NE español e SE de Francia hacia la primera mitad del siglo VI a.C. (Armada y Rovira 2011, 33)

 
 

acional
  
La coraza: Pieza, a modo de peto sin espaldar, elaborada sobre una chapa metálica de 1 mm de grosor que presenta en su perímetro exterior varias líneas de puntos perforados para facilitar su costura a una protección interior de piel o textil. La coraza está finamente repujada y decorada con círculos concéntricos y peltas.


 

Restos conservados de la coraza de Les Ferreres de Calaceite, actualmente expuestos
en el Museo de Teruel. (Foto Museo de Teruel)
  

Las grebas: Algunos de los restos de chapa conservados en el Museo de Saint-Germain-en-Laye se han relacionado con elementos de panoplia defensiva y se identifican con seguridad como fragmentos de grebas o protectores metálicos de la parte delantera de las piernas, desde las rodillas hasta el pie.

Las dos espadas: Por las descripciones del hallazgo se asocian a ejemplares de hoja recta y empuñadura de lengüeta plana relacionadas con tipos de origen meridional.

 

Guerrero íbero que porta coraza repujada, espada de empuñadura de lengueta y grebas para proteger las piernas. Basado en los hallazgos de Les Ferreres de Calaceite (Dibujo de C. Fernández del Castillo).
 

El vaso con asas. Los restos conservados en el Museo de Sant-Germain-en-Laye, consisten en fragmentos de chapas y de al menos tres asas de bronce de un recipiente metálico de perfil abierto, posiblemente un caldero de tipología etrusca que pudo ser fabricado en Italia central.

El simpulum: Los fragmentos conservados en París pertenecen a un mango de cazo, con una superficie lisa y la otra decorada por una serie de puntos laterales. Estas piezas suelen ser habituales en tumbas con armas e importaciones mediterráneas.



 

Simpulum, cazo o cucharón del siglo V a.C. de procedencia griega.
Se utilizaba para servir y mezclar vino
 
Las cerámicas: Las descripciones del hallazgo mencionan restos cerámicos pero, ante su ausencia, no es posible deducir si se depositó en la tumba una sola urna funeraria o si contenía otros vasos cerámicos.



Cronología y significado

La cronología de la tumba de Les Ferreres ha sido objeto de un largo debate pero las últimas investigaciones coinciden en situarla en las décadas centrales del siglo VI a.C. teniendo algunos claros paralelos con otras tumbas de guerreros destacados o de alta posición social del NE peninsular y el Languedoc  francés. Estas tumbas tienen algunos rasgos comunes como la ausencia de elementos arquitectónicos y la presencia de ricos ajuares compuestos por armas de bronce y de hierro así como objetos metálicos de prestigio de procedencia mediterránea (fenicios primeramente y después griegos y etruscos).
Sección teórica de un túmulo de cista excéntrica, tipico del Bajo Aragón.
La tumba de les Ferreres debió obedecer probablemente a este mismo modelo.

Del ajuar de la tumba de Les Ferreres se pueden inferir algunos aspectos representativos del contexto socioeconómico e ideológico de los inicios de época ibérica en el nordeste peninsular: el de la guerra (representado por las armas y la panoplia militar) y el del banquete (representado por el soporte de caldero, el caldero, el simpulum y quizás algunos vasos cerámicos). Por otra parte, queda patente la presencia de una clara estratificación social en cuya cúspide destacan las elites guerreras y militares. Estas elites, que disponen de viviendas singulares de carácter aristocrático como las casas-torrehttp://historiasdelbajoaragon.blogspot.com.es/2012/06/arquitectura-de-prestigio-y-elites.html, refuerzan su dominio gracias al control del comercio con los pueblos del mediterráneo.


 

Recreación teórica de la casa-torre de Tossal Montañés de Valdeltormo (Teruel)
del S. V a.C. Se asocia a élites aristocráticas y guerreras (Dibujo F. Riart)
 

Las jerarquías dominantes necesitarán recurrir, para su transmisión hereditaria y legitimación de privilegios, a la manipulación ideológica y es, en este sentido, en el que algunos investigadores han interpretado la circulación y ostentación de “antigüedades” y objetos de prestigio (como el soporte de caldero de Les Ferreres) por parte de dichas élites (Armada y Rovira 2011, 36).

Detalle de una estela ibérica decorada de El Palao de Alcañiz en la que se representa
un guerrero muerto junto a un jinete, buitres, cánidos y una mano.

  
BIBLIOGRAFIA

Armada, X.L. y Rovira, S. 2011, “El soporte de Les Ferres de Calaceite (Teruel): una revisión desde su tecnología y contexto”, Archivo Español de Arqueología, 84, Madrid, 9-41.
Cabré, J. 1908: “Hallazgos arqueológicos”. Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón. Año II, Septiembre y Octubre, Tortosa, 214 -244.
Cabré, J. 1942: “El thymiaterion céltico de Calaceite”. Archivo Español de Arqueología15, Madrid, 181-198.
Graells, R. y Armada, X.-L. 2011: La tumba de Les Ferreres de Calaceite a partir de los materiales del Musée des Antiquités Nationales de Saint-Germain-en-Laye, Studi Etruschi. Vol. LXXIV-MMVIII, Florencia, 17-38.
Moret, P.; Benavente, J. A. y Gorgues, A. 2006: Iberos del Matarraña. Investigaciones arqueológicas en Valdeltormo, Calaceite, Cretas y La Fresneda (Teruel), Al-Qannis 11, Taller de Arqueología de Alcañiz - Casa de Velázquez, Alcañiz.
Rouillard, P. 1997: Antiquités de l’Espagne, Dépôt au Musée des Antiquités Nationales de Saint-Germain-en-Laye, Musée du Louvre – Département des Antiquités Orientales, Paris.
Vidiella, S. 1908: ”Estaciones prehistóricas”. Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón, Año II, Septiembre y Octubre, Tortosa, 201 -213.


Calaceite, encanto turolense entre muros de piedra llenos de historia


Calaceite, encanto turolense entre muros de piedra llenos de historia

Este pequeño pueblo se consolida como uno de los rincones más bellos de Teruel, capaz de enamorar las r

Situado en el extremo noroeste de la provincia de Teruel se levanta Calaceite, un pequeño pueblo de poco más de mil habitantes pero con mucho encanto entre sus calles. El municipio ocupa parte de la ladera oriental de un cerro entre los valles de los ríos Matarraña y Algars, enmarcándose en la Comarca del Matarraña y siendo capital cultural de la misma.
Cerca de las provincias de Zaragoza, Castellón y Tarragona se ubica Calaceite, un lugar estratégicamente situado, entre el Mediterráneo y el interior peninsular, donde además de influencias históricas recibe influjos de las tierras cercanas. Todo ello ha derivado en costumbres propias e importante carga histórica que se unen a la indudable belleza del entorno, paisajes capaces de sorprender al viajero que se adentre en esas tierras.

Caminar entre historia

Recorrer Calaceite a pie supone caminar entre historia. Los primeros asentamientos humanos en esta zona se remontan a la prehistoria, atraídos por la abundante caza y pesca dejaron a su paso muestras de pinturas rupestres y construcciones funerarias. Más tarde, civilizaciones de la talla de romanos y árabes se apoderaron de este fértil territorio antes de la reconquista cristiana.
Posteriormente, llegaron épocas de penurias, guerras, enfermedades y sequías que mermaron a la población. La base de la economía se fundamentaba históricamente en la producción del aceite y el vino alcanzando sus mejores días a principios del siglo XVII y XIX, épocas que se reflejan con sobriedad en las construcciones locales, supervivientes de conflictos de la talla de la Guerra de la Independencia, las Guerras Carlistas y la Guerra Civil.
El centro urbano agrupa el grueso de los atractivos turísticos, todo aquello que rodea a la Plaza de España, epicentro de la localidad. Parcialmente porticada, yace protegida por edificios empedrados donde destaca el del Ayuntamiento, construido a principios del siglo XVII entre 1609 y 1612. A pocos metros de allí se alza elegante la Iglesia Parroquial de la Asunción, una de las obras barrocas más importantes de la comarca, levantada en el siglo XVIII.
Un paseo por sus calles permite contemplar el precioso casco urbano, declarado Conjunto de Interés Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural. También forma parte de la Red de Pueblos más Bonitos de España. De callejuelas empedradas y muros del mismo material, el pueblo se integra perfectamente con el entorno y encandila al turista ofreciendo estrechos rincones y curiosas plazoletas que aparecen en los lugares más inesperados.
Diferentes ermitas y capillas se reparten el protagonismo religioso. Destaca también La Bassa, que tenía la función de recoger el agua de la lluvia para el abastecimiento de la población y ganado, además de la Plaza de la Fuente de la Villa, cuya fuente data del siglo XII.

Conquistando paladares

Calaceite enamora los paladares más exigentes a base de platos tradicionales y productos autóctonos de calidad suprema. Algunos platos típicos son la cassolada, arroz cocinado con diferentes ingredientes y el cóc en primentró, pizza tradicional a base tomate, atún y pimiento. Las manos de cerdo, perdices y tordos son otros de los ingredientes estrella habituales en las recetas calaceitanas. En el apartado de los dulces destacan aquellos elaborados a base de almendra, manteca y miel. Pero si hay un producto que destaca por encima de los demás ese es el aceite de oliva Denominación de Origen Bajo Aragón



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