jueves, 11 de octubre de 2018

Ramón y Cajal SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL

Medicina en Aragón a finales del siglo XIX

Una de las consecuencias del Positivismo y de la Revolución Industrial iniciada en la Inglaterra del siglo XVIII fue la revolución tecnológica y científica del siglo XIX. Sin estas premisas iniciales no habría sido posible la aparición de científicos de talla internacional como Koch, Lister, Mendel, Pasteur o el propio Santiago Ramón y Cajal.
El positivismo es una corriente filosófica que admite únicamente el método experimental, rechazando toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto. Solo admite el conocimiento que puede ser comprobado por la experiencia de base científica.
El positivismo científico suele enfrentarse a la posición ideológica de la Iglesia, con gran influencia en la sociedad aragonesa de la época, por eso también se asocia al anticlericalismo surgido en el siglo XIX. Esta es la razón de que surgieran personalidades contrarias a estas corrientes filosóficas como el catedrático y escritor zaragozano Antonio Hernández Fajarnés (1851-1909), que desde su cátedra de Metafísica de la Universidad de Zaragoza (llegó a alcanzar el rectorado) combatió al positivismo mediante numerosos artículos publicados en periódicos y revistas. También el calamochino Marco Laínez, catedrático de química en la Universidad de Manila, criticó con dureza las teorías evolucionistas de Darwin.
Se puede decir que, por lo general, en Aragón (y España) la población vivía ajena a aquellos adelantos científicos e incluso a la Revolución Industrial, que llega muy tardíamente en los últimos años del siglo XIX ligada principalmente a la industria azucarera. La medicina oficial estaba más cercana a la medicina popular y casi al curanderismo, así que no es extraño que la esperanza de vida en 1900 fuera para los hombres de 33,8 años y para las mujeres de 35,7 por término medio, o que la población quedase diezmada por las epidemias que cíclicamente asolaban el territorio, derivadas de la escasez y carestía de las cosechas.

Una gran mortandad…    
las epidemias del siglo XIX

En el siglo XIX las epidemias más temidas fueron las del cólera, que procedente de Asia asoló España en cuatro oleadas sucesivas (1833-34, 1854, 1865 y 1885). Especialmente las dos últimas causaron graves perjuicios a la población aragonesa. En la de 1865, Zaragoza y Teruel fueron de las provincias españolas que más muertos contabilizaron (18.045 y 10.275, respectivamente). Huesca fue menos afectada, por su clima e hidrología menos propicios para la expansión del cólera y por su posición más alejada respecto a la vía de penetración levantina que traía la peste. El cólera se cebó especialmente en las ciudades: Zaragoza registró 3.424 muertos, y Teruel 581. En la peste de 1885, Zaragoza fue la provincia más castigada de España (13.526 muertos por el cólera), seguida de Valencia y de Teruel (6.960 muertos); mientras que Huesca sólo registró 1.232. La incidencia de la enfermedad en Zaragoza fue tal que se tuvo que retrasar la solemne apertura de la Exposición Aragonesa de 1885, fijada para el 1 de septiembre, hasta el 20 de octubre.
Ya en el siglo XX, la última epidemia mortífera de consideración fue la gripe de 1918 (conocida internacionalmente como gripe española), que interrumpió el descenso de las tasas de mortalidad iniciado con el cambio de siglo. Se puede estimar que esta gripe produjo en Aragón unas 10.000 defunciones.
Las instituciones oficiales no favorecieron el desarrollo de los estudios médicos, pese a que a finales del siglo XVIII la sanidad pública fue una de las preocupaciones de los ilustrados aragoneses, con abundantes análisis realizados sobre la potabilidad de las aguas que abastecían a los centros de población, en especial a Zaragoza. Además se inició a partir de la década de 1780 una lucha decidida contra las endemias, para pasar en la década de los 90 a luchar contra la rabia y a vacunar contra la viruela, a la vista de los resultados obtenidos tanto por médicos franceses como por españoles en la Corte. Además se prestó una atención muy especial a los manantiales de aguas medicinales aragonesas, que fueron analizadas y ponderadas en su justo valor curativo.
En el campo de la botánica se inicia un período de esplendor con la creación de a Cátedra de Botánica y el Jardín por la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, destacando inicialmente las figuras de Asso, Echeandía y Lagasca, junto con los trabajos americanos de Félix de Azara, Baltasar Boldó, Martín Sessé y Juan del Castillo.
Gamón o abozo (Asphodelus albas), planta con propiedades medicinalesGamón o abozo (Asphodelus albas), planta con propiedades medicinales
Sin embargo, la fractura que produjo la Guerra de la Independencia y las circunstancias históricas posteriores proporcionaron décadas de abandono en el campo científico aragonés, especialmente en el médico, pese a que en 1831 Fernando VII fundó la Real Academia de Medicina y Cirugía. No obstante sí continuó el desarrollo de los conocimientos botánicos gracias a una segunda generación de científicos estudiosos de las plantas medicinales como Florencio Ballarín, maestro de Cajal, Manuel Pardo Bartolini, Francisco Loscos Bernal y José Pardo Sastrón.
A este abandono científico de la medicina contribuyó la desaparición de las facultades de medicinaaragonesas. En 1824 lo hizo la de Huesca y no se debió a la escasez de alumnos ni al desprestigio de la Facultad, sino a una nueva estructuración de la enseñanza universitaria de ámbito nacional. En el caso de la de Zaragoza, la reforma de 1845 significó la supresión de la Universidad tradicional, y el triunfo de la idea napoleónica, centralista. Se reestructura la carrera de Medicina volviendo a constar de seis cursos y siete asignaturas: Fisiología, Anatomía, Terapéutica, Patología e Higiene, Patología especulativa y Nosografía médica, Materia médica y Medicina legal, y Clínica interna o de perfección.
Este plan de 1845 actualizó las ideas y creó un profesorado estable y bien remunerado; sin embargo, fue funesto para muchas facultades como la zaragozana, que finalmente quedó suprimida. La ley de Moyano de 1857 redujo a seis las Universidades con potestad de conferir el grado de Licenciado en Medicina, entre las cuales no figuraba Zaragoza. No obstante, el hecho es que se seguían impartiendo las clases con reconocimiento provincial, pero no oficial.
Por fin, el Real Decreto de 1876, restablecía la enseñanza de la Medicina en Zaragoza con igual rango que las demás facultades. En 1893 se inauguró el espléndido edificio que daría cabida a las Facultades de Medicina y Ciencias, frente a la Puerta de Santa Engracia (actual plaza de Paraíso), obra del arquitecto municipal Ricardo Magdalena, con lo cual quedó firmemente consolidado su futuro.
Con estas circunstancias se puede considerar como un caso único la aparición del genio científico de Santiago Ramón y Cajal, como un "milagro" si no estuviésemos hablando de cie

io

Los primeros años y la formación de un genio

Una curiosidad…    Petilla de Aragón, territorio navarro

Pese a su pertenencia desde el siglo XI al reino aragonés, el enclave de Petilla de Aragón fue incorporado al reino de Navarra por un préstamo que pidió a inicios del siglo XIII el rey Pedro II de Aragón a Sancho VII el fuerte de Navarra. El dinero prestado no fue devuelto en la fecha acordada y desde 1209 fue considerado territorio navarro como garantía del dinero adelantado.
Existe otra falsa versión de leyenda que dice que Petilla se perdió por una partida de cartas entre estos dos reyes, pero su origen no llegó a ser tan azaroso.
La discusión sobre la paternidad aragonesa o navarra de Cajal no deja de ser trivial. Santiago Ramón y Cajal nació el 1 de mayo de 1952 en Petilla de Aragón, enclave navarro en las Altas Cinco Villas, pero fue un hecho circunstancial ya que su nacimiento se debe al destino temporal de su padre, Justo Ramón Casasús, como médico-cirujano en aquella localidad. Cajal siempre se sintió aragonés por la procedencia aragonesa de su familia, concretamente de la localidad altoaragonesa de Larrés, por su educación, su carácter y sus vínculos afectivos.
Tan solo permaneció en Petilla dos años, ya que en 1854 encontramos a nuestro personaje en Larrés, nuevo destino de su padre y lugar de nacimiento de su hermano Pedro. Al año siguiente se traslada a Luna y al siguiente a Valpalmas, permaneciendo allí hasta 1960, año que es trasladado a Ayerbe, último destino de su padre como médico rural.

Un habla distinta…    el aragonés de Ayerbe

Cajal habla en Recuerdos de mi vida. Mi infancia y mi juventud de la antipatía que sintieron los demás niños por él nada más llegar a Ayerbe con riñas continuas. A ello contribuyó el habla distinta, el aragonés del Somontano, que según Cajal era "un dialecto extraño, desconcertante revoltijo de palabras y giros franceses, castellanos, catalanes y aragoneses antiguos. Allí se decía: forato por agujero, no pas por no, tiengo y en tiengo por tengo o tengo de eso, aivan por adelante, muller por mujer, fierro y ferrero por hierro y herrero, chiqué y mocete por chico y mocito, abríos por caballerías, dámene por dame de eso, en ta allá por hacia allá, m'en voy por me voy de aquí, y otras muchas voces y locuciones de este jaez, borradas hoy de mi memoria." La impresión que tenía Cajal sobre el aragonés ayerbense no fue muy buena ya que posteriormente dice "acabé por acomodarme a su estrafalaria jerigonza, atiborrando mi memoria de vocablos bárbaros y de solecismos atroces."
En Valpalmas y Ayerbe recibió la primera enseñanza, refiriéndose a esta última población como su "verdadera patria chica". Cursó la segunda en el colegio de los escolapios de Jaca (1861-64) y en el Instituto de Huesca. Sin embargo, como signo de rebeldía entrará como aprendiz en una barbería de Huesca. En 1866, como castigo de su padre, no se matriculará en el Instituto, regresando a Ayerbe para trabajar de aprendiz de zapatero. Pero finalmente, en 1869 obtuvo por fin su título de bachiller y, trasladado a Zaragoza, inició sus estudios de Medicina.
Ofrecemos todos estos datos por el conocimiento que tenemos de ellos gracias a referencias y a obras autobiográficas como Mi infancia y juventud, además por el gran peso que tendrá la infancia y juventud de Cajal en su obra científica posterior, así como la influencia estricta paterna que le encaminará hacia su vida profesional. Esa rectitud de Justo Ramón se debe a la procedencia familiar modesta y a la fuerza de voluntad quien aprendió el oficio de barbero y sangrador, para posteriormente conseguir el título de cirujano de segunda y finalmente alcanzar la plaza de profesor de Disección en la Facultad de Medicina de Zaragoza.

Un detalle…    un padre estricto

Un detalle para que veamos hasta qué punto Justo Ramón era estricto: Pedro, su hijo, a los quince años, a consecuencia de un suspenso al terminar el bachillerato, no se atrevió a presentarse en su casa y se fugó a Francia, embarcando como grumete en Burdeos y llegando a Sudamérica. En Argentina se enroló en un bando revolucionario, llegando a ser secretario de un cabecilla insurgente. Al final, cayó prisionero de los vencedores y se libró de la muerte gracias a su juventud. Tras esos sucesos volvió al seno familiar, poniendo fin a sus peligrosas aventuras.
Autorretrato de Ramón y Cajal depositado en el Museo de Dibujo de Larrés. Archivo de Santiago Cabello
Autorretrato de Ramón y Cajal depositado en el Museo de Dibujo de Larrés. 
Archivo de Santiago Cabello
En sus primeros años hay que destacar la personalidad despierta, su carácter travieso y tremendamente activo, su ingenio y hondo asombro ante los espectáculos de la naturaleza (como la caída de un rayo, la contemplación de un eclipse solar o de paisajes boscosos), así como el asombro por las creaciones técnicas de las ciencias (la cámara oscura, el ferrocarril, el revelado fotográfico...), una intensa afición a la lectura literaria y una gran capacidad para el dibujo y la pintura, especialidades a las que se quería dedicarse sobre todas las cosas.
Su padre, muy estricto y pragmático, no aceptaba la afición al arte de su hijo. Tanto es así que para castigarle le escondía los lápices, pero el joven Santiago siempre se las arreglaba para seguir dibujando. En Huesca estudió en la academia de León Abadías, pero al final se verá obligado a dejarla por voluntad de su padre. Sin embargo estos aprendizajes serán usados posteriormente por Ramón y Cajal, pero no con una finalidad artística, sino científica, aplicando el dibujo a la medicina en la elaboración del Álbum anatómico, usado durante años para el aprendizaje de anatomía por los alumnos de la Universidad de Zaragoza; y años más tarde para dibujar sus descubrimientos sobre las neuronas.
En los conocimientos anatómicos de Cajal previos a su entrada en la Universidad también tuvo que ver en gran parte la influencia de su padre, a quien sabemos que en 1868 le acompañaba a robar del cementerio de Ayerbe huesos y cadáveres para su disección y estudio.
Ya se ha dicho que en 1869 obtuvo por fin su título de bachiller y se trasladó a Zaragoza, para iniciar el curso preparatorio de Medicina. Al año siguiente, en pleno Sexenio Revolucionario, su familia se trasladó a la capital aragonesa al obtener su padre la plaza de profesor de Disección y Osteología en la Escuela Libre y Regional de Medicina, sostenida por la Diputación Provincial. Ese mismo año inicia sus estudios universitarios de Medicina, licenciándose en 1873. Además, durante este tiempo, iba a ayudar a su padre en la disección de cadáveres en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia, colaborando así en su aprendizaje
Junto al estudio concienzudo de las disciplinas, que por su materia o por el atractivo de quien la enseñaba más le atrajeron (las Ciencias Naturales y la Química en el curso preparatorio, la Anatomía, la Fisiología y la Patología general en los siguientes) Además, tres aficiones distintas sirvieron de cauce a la fuerte voluntad de autoafirmación del futuro sabio: literaria (versos y relatos románticos, relatos de ciencia ficción), gimnástica (apasionado cultivo del vigor muscular) y filosófica (lectura empeñada de obras filosóficas).

Algunos de sus profesores...








Florencio Ballarín Causada

Florencio Ballarín Causada

Bruno Solano Torres

Bruno Solano Torres

Genaro Casas Sesé

La Medicina y el Ejército

El conflicto bélico…    La tercera guerra carlista en Aragón


Genaro Casas Sesé

En busca de la cátedra

Tras su regreso a Zaragoza en 1875 es nombrado ayudante de Anatomía, gracias a la influencia Genaro Casas, su antiguo maestro y amigo de su padre. Al año siguiente, obtiene el título de practicante en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Y poco más tarde, en 1877, cuando la Facultad de Medicina ya es oficial, será profesor auxiliar interino de la misma disciplina. Ese mismo año se doctoró por la Universidad Complutense de Madrid con la tesis Patogenia de la inflamación. Maravillado por la contemplación de las preparaciones micrográficas que le muestra el catedrático de la asignatura de Histología, Aureliano Maestre de San Juan. Definitivamente este doctor, fundador en 1870 de la Sociedad Histológica Española, será reconocido por Cajal como su "Gran Maestro" y gracias a él decide consagrarse a la investigación histológica. Para eso comprará a plazos un microscopio y un microtomo y con ellos instalará su modestísimo primer laboratorio.
Fracasa en sus primeras oposiciones a la cátedra de anatomía (Zaragoza, 1878 y Granada, 1880), a pesar de haber destacado en ellas por su amplio y riguroso saber anatómico-descriptivo y de haber sido víctima del caciquismo en la segunda ocasión. Entre las dos fechas padecerá un brote de tuberculosis pulmonar, del que se restablece en el Balneario de Panticosa y en la hospedería del Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña.

Cajal y…    la masonería

La masonería se introduce en Aragón con las tropas francesas en la Guerra de la Independencia, pero fue reprimida y prohibida durante los reinados de Fernando VII e Isabel II, llegando a desaparecer casi por completo. Sin embargo con la explosión de libertades del Sexenio Revolucionario vuelve a resurgir y a organizarse la masonería en Aragón. Entre 1869 y 1936 -fecha esta última en que reaparecerá la persecución y erradicación de la masonería- encontramos en Aragón al menos 25 logias y triángulos, la mayor parte en las provincias de Huesca y Zaragoza.
En 1869 se fundó en Zaragoza la logia "Caballeros de la Noche n° 68". Llegó a tener un total de 133 miembros, destacando desde un punto de vista profesional los militares, empleados y comerciantes. A esta logia perteneció desde 1877 Santiago Ramón y Cajal, quien adoptó el nombre simbólico de Averroes.
En 1879 gana por oposición la plaza de director de Museos Anatómicos en la Facultad de Zaragoza y contrae matrimonio con Silveria Fañanás, con quien tendría seis hijos. Entretanto, publica sus primeros trabajos científicos y alcanza especial maestría en la preparación de placas fotográficas y perfecciona su formación en anatomía comparada y biología evolucionista. Por fin, en 1883, logra por unanimidad la cátedra de Anatomía de la Universidad de Valencia con la memoria Concepto, método y programa de anatomía descriptiva y general. Desde entonces y hasta su muerte, se dedicará a sus clases universitarias y a la investigación, logrando elevarse a las más altas cimas del prestig

 científico.
En Valencia pasará tres años, desde 1884 hasta 1887, ciudad a la que llamará la "Atenas española". A lo largo de ellos, además de esa doble y absorbente actividad, otros dos temas van a embargarle: el cultivo del hipnotismoy, por encargo de la Diputación de Zaragoza, el estudio del papel del bacilo vírgula en la génesis del cólera, que en 1885 produjo una epidemia letal que comenzó en Valencia y se extendió rápidamente a toda la península, así como el valor de la vacunación anticolérica propuesta por Ferrán y aplicada, por primera vez, en esta ciudad. En reconocimiento a sus trabajos la Diputación le regaló un microscopio Zeiss que, según escribió, le "equiparaba técnicamente a los investigadores extranjeros mejor dotados".
En 1887 se traslada a Barcelona como catedrático de Histología normal y patológica, y en la Ciudad Condal reside hasta 1892, año en el que ocupó en Madrid la vacante de esa misma asignatura causada por la muerte de Maestre de San Juan. Allí se establecerá hasta el resto de su vida.

Una pasión útil…    la fotografía

El primer contacto con la fotografía se produce en Huesca en 1868, gracias a los fotógrafos ambulantes. Desde 1870 empieza a cultivar esta afición, como sustitución a su vocación artística.
Llegó incluso a fabricar emulsiones para placas ultrarrápidas al gelatino bromuro ante las demandas de los profesionales de la fotografía, para sustituir a las anteriores de colodión húmedo, que no servían para la captura con calidad de una imagen instantánea. Tuvo un grandísimo éxito en la fabricación de estas emulsiones pero una escasa visión comercial y según dice en Recuerdos de mi vida: "absorbido por mis trabajos anatómicos y con la preparación de mis oposiciones, abandoné aquel rico filón que inopinadamente se me presentaba".
Sus innovaciones en el campo de la fotografía no quedaron allí, siendo el primero en España en aplicar hacia 1883 la fotografía al grabado, una técnica que dominaba como se demuestra la inclusión de grabados realizados por él mismo en el primero de sus ensayos: Investigaciones experimentales sobre la inflamación en el mesenterio, la córnea y el cartílago (1880). Desde esa fecha hasta 1890 publicaría sus obras científicas con sus propios grabados litográficos explicativos.
No solo practicó la fotografía con fines lúdicos o artísticos ya que, como vemos, también la usó como complemento científico a sus investigaciones. Alcanzó tanto prestigio en este campo, que en 1900 fue nombrado Presidente Honorífico de la Real Sociedad Fotográfica de Madrid, plasmando sus conocimientos en el libro Fotografía de los colores. Bases científicas y reglas (1912

Qué es…    la histología

La parte de la anatomía que trata del estudio de los tejidos orgánicos.
A partir de la obtención de su cátedra en Valencia, liberado ya de las cargas económicas y de la necesidad de la acumulación de méritos académicos, Cajal iniciará sus años de investigaciones, resultando especialmente fructíferos en la etapa barcelonesa, considerando 1888su "año cumbre, su año de fortuna".
Hacia 1887 abandona los etudios de carácter más general y se inicia formalmente en su casi exclusiva dedicación a la neurohistología, a la exploración de la textura del sistema nervioso.
Para entender por qué se dedica exclusivamente a la exploración del sistema nervioso, podemos analizar varias razones. La primera, de orden intelectual, es la curiosidad de Cajal, desde sus años de estudiante por conocer el mecanismo cerebral del pensamiento y la voluntad. En esta línea se movía también, aunque de otro modo, su afición al hipnotismo, tan intensa durante los años de Valencia.
La segunda razón es de índole estética. Cajal se deleitaba contemplando la Naturaleza. Esto es una de las cosas que le atraen al mirar la intrincada selva del sistema nervioso y que manifiesta al elegir los nombres para las estructuras morfológicas que descubre: "nidos pericelulares", "ramas trepadoras", "fibras musgosas"...
Otras razones para explicar su inclinación hacia la histología neurológica, son debidas al carácter de nuestro personaje: su tendencia a la autoafirmación personalpor la vía de la obra propia y original. Y en el campo de la investigación anatómica, con los recursos que se contaban en la España de fines del siglo XIX, solo se podía conseguir la originalidad en el estudio de la anatomía microscópica, por eso siguió esta línea de investigación.
En 1887, el neurólogo valenciano Luis Simarro da a conocer a Cajal el método de Golgi o cromoargéntico, con el que se pudieron teñir por primera vez las células nerviosas y sus prolongaciones. Rápidamente se hace dueño de él, lo modifica con eficaz originalidad -su "proceder de doble impregnación"- y lo aplica al estudio de las más diversas estructuras nerviosas: el cerebro, la retina, la médula espinal, la corteza cerebral, el tálamo óptico, etc. Pero el resultado más importante de ese enorme trabajo va a ser otro de carácter general: su teoría neuronal.
El revolucionario descubrimiento de que las células nerviosas no se comunican entre sí por continuidad, como afirmaban las doctrinas reticularistas de Gerlach y de Golgi, sino por contigüidad, es decir, por mero contacto de las terminaciones cilindroaxiles o dendríticas de cada célula con el cuerpo o con las terminaciones de otra.
La célula nerviosa constituye, pues, una unidad morfológica y funcional, a la cual el anatomista alemán Waldeyer, uno de los primeros seguidores de las ideas de Cajal, dará el nombre de neurona.
En 1889 logra que la importancia de sus hallazgos sea elogiosamente reconocida en la reunión de Berlín de la Sociedad Anatómica Alemana, a la cual pertenecía como miembro. Allí acudió con sus preparaciones y pagándose él mismo viaje, convencido como estaba de la importancia de sus investigaciones. A partir de entonces, el prestigio de nuestro sabio se hace universal.
Con su establecimiento en Madrid desde 1892 seguirá desarrollando su teoría neuronal, ahora sí dotado de todos los recursos técnicos gracias a la construcción y organización de un laboratorio histológico a su cargo. En 1895 es miembro de la Real Academia de Ciencias de Madrid y al año siguiente formará parte de la Real Academia de Medicina, tribunas desde las que, asumiendo las tesis del regeneracionismo, denunció los males del país para buscar mediante el trabajo, el progreso y la equiparación a los demás países europeos: "Para producir un Galileo o un Newton es preciso una legión de investigadores estimables... Mientras nuestras razas han dormido secularmente el sueño de la ignorancia y cultivado la religión y el arte, -preferentes y casi únicas actividades de pueblos primitivos- las naciones del Centro y Europa se nos han adelantado progresivamente".
La figura de Ramón y Cajal ya es reconocida internacionalmente, sobre todo desde 1894, nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cambridge; a partir de ese momento recibirá distintas investiduras por otras prestigiosas universidades europeas y americanas como Boston o Harvard. También obtendrá otros galardones internacionales como el premio Moscú(1900) del Congreso Internacional de Medicina de París, además en Madrid fue nombrado director del recién creado Instituto Nacional de Higiene "Alfonso XII" y del Laboratorio de Investigaciones Biológicas.
En aquellos años, sus investigaciones y descubrimientos se plasmarán en la publicación de Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados, editada en fascículos anuales con sus conocimientos actualizados desde 1897 hasta 1904 (excepto en 1903).
En 1903 se inicia lo que puede considerarse una nueva etapa, ya que comienza sus investigaciones sobre la fisiología del sistema nervioso. Estas líneas nuevas de estudio se abrirán gracias a una nueva técnica de tinción, la del "nitrato de plata reducido". Esta nueva técnica se aplicó al sistema nervioso de animales jóvenes y en desarrollo, pues es entonces cuando el tejido nervioso tiene una estructura más simple y, en consecuencia, cuando resulta más fácil reconocer las prolongaciones de las células nerviosas. De este modo, pudo introducir su teoría neuronal o de la independencia de las células nerviosas, al demostrar que éstas son la parte fundamental del sistema nervioso y que por medio de sus prolongaciones axonales y dendríticas unas células se comunican con otras por simple contacto, pero sin llegar a estar unidas, es decir, sin formar una red.
Entonces desrrollará el último pilar de su teoría neuronal: la ley de polarización dinámica, que trata de explicar el modo en que transcurre la corriente nerviosa por la célula, mediante una transmisión química o eléctrica de los impulsos nerviosos. A esta transmisión se la iba a denominar posteriormente sinapsis.
A lo largo de esta etapa recibirá las más altas distinciones de su carrera: la Medalla de Oro de Helmholtz, otorgada en 1905 por la Academia de Berlín, y en 1906, el Premio Nobel de Medicina, compartido con Camillo Golgi, pronunciando la conferencia titulada Estructura y conexiones de las neuronas. La popularidad que había alcanzado Cajal en España (y fuera de sus fronteras) y la capacidad de trabajo del aragonés, llevó al jefe del gobierno Segismundo Moret a proponerle el cargo de ministro de Instrucción Pública, aunque declinó el ofrecimiento prefiriendo el trabajo en el laboratorio.
En sus siguientes investigaciones se ayudará de dos valiosas innovaciones técnicas: la invención de los métodos del nitrato de urano (1912) y del sublimado-oro (1913). Producto de ello será la redacción de otro de sus libros más importantes, Degeneración y regeneración del sistema nervioso (2 vols. 1912-1914).
Pero el investigador va sintiendo la pesadumbre de la tarea, treinta años de ininterrumpida labor titánica, sobre todo bajo la honda depresión moral que en él produce la guerra europea de 1914. No obstante, continúa laborando, por sí mismo o con la colaboración de sus discípulos, da a luz trabajos tan sugestivos como uno de 1919 acerca de las células retinianas de axón corto, vive muy activamente la polémica respecto del "tercer elemento" del sistema nervioso, puesta sobre el pavés por los importantes descubrimientos de Del Río-Hortega.
En 1920 renunció a la dirección del Instituto Nacional de Higiene y el rey Alfonso XIII autorizó la fundación del Instituto Cajal de Investigaciones Biológicas, que quedaría instituido dos años más tarde y al que Cajal dedicaría sus esfuerzos hasta su muerte, tras abandonar la docencia universitaria. En veinte años se había creado una infraestructura científica en España que seguramente no habría sido posible sin la existencia del genio.
Su última aportación científica llegará en 1933 con ¿Neuronismo o reticularismo?, publicada en la revista científica Archivos de Neurobiología y considerado como una especie de testamento científico en el que recopila todos los hechos y teorías que demuestran su teoría neuronal y refutan la teoría reticularista.

Cajal y…    la literatura

Don Santiago Ramón y Cajal en el Monasterio de Piedra (Zaragoza) Detalle de una fotografía de Aurelio GrasaRamón y Cajal en el Monasterio de Piedra. Detalle de una fotografía de Aurelio Grasa
Al lado de su genial obra científica debe ponerse, aunque su valor artístico no sea tan grande, la obra literaria del sabio. Hay que destacar especialmente sus libros autobiográficos Recuerdos de mi vida: Mi infancia y mi juventud(1901) y Recuerdos de mi vida: Historia de mi labor científica (1917) para conocer con mayor profundidad todos los detalles de su vida y obra. También, como una actividad lúdica que le sirvió de evasión, publicó Cuentos de vacaciones(1905), en el que retomaba sus obras escritas en la juventud, o Charlas de café (1921), pero además escribió ensayos notables sobre temas diversos como La psicología de los artistas(1902), Psicología de Don Quijote y el quijotismo(1905) o La fotografía de los colores. Bases científicas y reglas prácticas (1912).
En su última obra, El mundo visto a los ochenta años: impresiones de un arteriosclerótico (1934), Cajal realiza un irónico análisis del mundo en los últimos días de su vida, y pese a su desmoralización con lo que ve, no abandona

La herencia de Ramón y Cajal

No podrá ser entendida la obra de Cajal sin una referencia precisa acerca de su significación histórica. Sirva como ejemplo la nota del eminente psiquiatra italiano Ernesto Lugaro: "En el campo de la morfología nerviosa, se puede decir que Cajal, por sí solo, ha producido más que todos los otros neurólogos juntos".
Por su contribución a la ciencia, teniendo en cuenta que lo hacía desde un país sin una tradición de búsqueda progreso científico, a Santiago Ramón y Cajal le fueron concedidos justamente en vida todos los premios y reconocimientos en todos los órdenes sociales y, sobre todo, por parte de la comunidad científica.
Sin embargo su mérito no es únicamente por su trabajo personal científico, al que llega desde distintos conocimientos humanísticos tan dispares como la técnica fotográfica, el dibujo o la curiosidad por la naturaleza. Debemos reconocer su mérito también porque alrededor de su figura se creó una infraestructura científica en España, un país que en 1900 tenía un 63% de analfabetismo y cuyos estudios superiores universitarios, destinados a una minoría de población, estaban todavía muy apegados a una rancia tradición académica que no había sido capaz todavía de absorber la revolución científica y tecnológica.
El 98 y el regeneracionismo conllevaron una conciencia de necesidad de cambios para la búsqueda del progreso, y Cajal contribuyó en buena manera a este progreso en el campo científico, ya que en torno a su persona se fundaron distintas instituciones que dirigió como el Instituto Nacional de Higiene "Alfonso XII" (1900), la Junta para Ampliación de Estudios, (1907) o el Instituto Cajal (1920).
Además, en el ámbito propiamente aragonés, tras su muerte se instituyó la Fundación Santiago Ramón y Cajal de carácter científico y sin ánimo de lucro de la Facultad de Medicina de Zaragoza. Se creó en 1935 por disposición testamentaria del insigne histólogo, como reconocimiento y tributo de veneración a quienes fueron sus profesores de la Facultad de Medicina y como estímulo a los alumnos de Anatomía humana, de cuya enseñanza fue, en su juventud, profesor auxiliar y director de museos anatómicos.
Uno de los cometidos de la Fundación es el de premiar anualmente al estudiante de Anatomía descriptiva más aplicado y sobresaliente en las tareas de disección. Este Premio, uno de los más prestigiosos que otorga la Universidad, fue concedido por primera vez en 1940, a Manuel Fairén.
El último punto a destacar de su legado es el de la creación de un grupo de gente que colaboraron directa o indirectamente con él. Es la Escuela de Cajal, una importantísima nómina de investigadores que contribuyeron a sus investigaciones y continuaron con su legado tras su muerte, producida el 17 de octubre de 1934. Entre los discípulos más destacados encontramos a Nicolás Achúcarro, Pío del Río Hortega, Rodríguez Lafora... y entre los colaboradores aragoneses encontramos a su propio hermano, Pedro Ramón y Cajal, Jorge Francisco Tello y Muñoz, Julián Sanz Ibáñez, Rafael Lorente de No, Víctor Marín y Corralé y Ramón Martínez Pérez. Aquí haremos mención, a modo de epílogo, a los investigadores aragoneses que formaron parte de su escuela:

La Escuela de Cajal...

Pedro Ramón y Cajal

Pedro Ramón y Cajal

Jorge Francisco Tello y Muñoz

Jorge Francisco Tello y Muñoz

Rafael Lorente de No

Rafael Lorente de No

Víctor Marín y Corralé

Víctor Marín y Corralé

Ramón Martínez Pérez

Ramón Martínez Pérez

Julián Sanz Ibáñez

Julián Sanz Ibáñez




Pedro Cerrada y Gajón

Pedro Cerrada y Gajón

2 comentarios:

  1. Un buen documental sobre la figura indiscutible de uno de los genios de la historia. Felicidades y Gracias

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jota

castillo de loarre