miércoles, 19 de septiembre de 2018

Historia de Aragòn

Historia de Aragòn
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Albarracín,_Teruel,_España,_2014-01-10,_DD_021


En este primer episodio, tratamos los temas de los tres artículos publicados en el blog durante el mes de abril. En primer lugar hablamos de los almogávares, su origen, mitos, leyendas y sus aventuras por Oriente al
servicio del Imperio Bizantino, acabando por la conquista de Atenas y Neopatria. Hablamos también de Santa Engracia, su origen, culto y su papel como patrona de Zaragoza en la Edad Media, hasta que fue paulatinamente sustituida por la Virgen del Pilar. Por último, tratamos la figura de San Jorge, sus mitos, leyendas y orígenes, además de las razones de su popularidad. ¡No os lo perdáis!


 El autoritarismo de los Austrias

Forma de celebrar Cortes en Aragón, del cronista Jerónimo Martel

Forma de celebrar Cortes en Aragón, del cronista Martel
El cambio de siglo verá también el cambio de monarca, aunque se continúa con el mismo desinterés que reciben Aragón y sus instituciones. Los cambios introducidos en las estructuras políticas y la reforma foral otorgada en las Cortes de Tarazona de 1592 habían dejado al reino indefenso ante el autoritarismo monárquico de Felipe II y de su continuador Felipe III (1598-1621).
A raíz de estas Cortes se introdujeron las reformas en los Fueros favorables al rey sin la menor oposición. Se suprime el carácter vitalicio del Justicia y se le restan la mayoría de sus poderes pudiendo ser revocado su nombramiento por el rey, además, entre otros muchos recortes, se deroga el Privilegio de manifestación. Se ponen límites a la presentación de agravios contra la actuación del rey o de sus oficiales (greuges), la Guarda del Reino quedaba a disposición de la Audiencia Real (antes dependía de la Diputación). A los diputados se les prohibía convocar sin permiso regio a los municipios o particulares. El soberano podría designar a voluntad el virrey hasta las siguientes Cortes... Todos estos cambios los recoge Jerónimo Martel en su tratado de la Forma de celebrar Cortes en Aragón.
Felipe III (II de Aragón), obra de Pedro Antonio Vidal

Felipe III (II de Aragón), obra de Pedro Antonio Vidal
Una muestra inequívoca del total desprecio de la monarquía con respecto a Aragón es que en todo el reinado de Felipe III, no se produjo ni una sola reunión de Cortes. Sin embargo no iba a ser ésta la peor decisión que tomara el monarca con respecto a Aragón, ya que sin duda fue la expulsión de los moriscos del reino en 1610.
Esta expulsión culmina el proceso iniciado por Carlos I en 1526 con la conversión forzosa al cristianismo de los mudéjares, pasando a ser denominados moriscos desde entonces, y las persecuciones que éstos sufrieron sobre todo durante la segunda mitad del siglo XVI por la Inquisición, pese a ser una minoría social tradicionalmente pacífica.
El morisco se había visto obligado a aceptar una religión que no deseaba, sin obtener ningún beneficio a cambio, ya que seguían apartados socialmente, viviendo en barrios distintos y seguían pagando los mismos impuestos que cuando profesaban el Islamismo. Así que muchos siguieron practicando su religión y sus costumbres en privado. Ésta fue la excusa para que se iniciaran las persecuciones.
La expulsión suscitó el rechazo de todos los estamentos aragoneses especialmente el nobiliar, ya que en su mayor parte los moriscos trabajaban las tierras de aquéllos en el valle del Ebro, sus afluentes de la margen derecha y el Somontano del Moncayo.
El decreto de expulsión para los moriscos aragoneses se firma el 29 de mayo de 1610. Su organizador será el virrey en Aragón, Francisco Gastón de Moncada, segundo marqués de Aytona, dirigiendo a los moriscos hacia el exterior a través de tres itinerarios. El principal fue el marítimo por el puerto de Los Alfaques (Tortosa), otras vías fueron las transpirenaicas a través del Puerto de Somport y atravesando Navarra. Entre junio y septiembre de 1610 salieron de Aragón más de 60.000 moriscos, lo cual suponía entre un 15% y un 20% de la población aragonesa.
Mapa que representa a la población morisca aragonesa

Ubicación de la población morisca aragonesa. Pulsa para ampliar
Económicamente, todos los sectores se vieron afectados por la medida. Las tierras trabajadas por los moriscos quedaron yermas y durante los primeros años de la salida se podían contemplar pueblos enteramente abandonados. En un documento caspolino de 1620 se dice que "Las heredades se han hecho hiermas, y los árboles se han secado y el açud se ha derruido y las çequias se han enrronado".
La industria artesanal aragonesa sufrió un importante retroceso y determinadas especializaciones controladas por los expulsados como la cerámica estuvieron a punto de desaparecer y sólo después de un largo tiempo fueron recuperadas. La expulsión, por tanto, representó un fuerte empobrecimiento para el reino aragonés.

El personaje…    Fray Luis de Aliaga (1565-1626)
El aragonés más influyente en la corte de Felipe III fue este fraile dominico nacido en Mosqueruela (Teruel). Tras varios ascensos dentro de la orden, en 1608, Felipe III le nombró su confesor. Se cree que por inspiración suya en 1609 se ideó la expulsión de los moriscos. Posteriormente Felipe III le otorgó el arzobispado de Toledo, que no aceptó, y entonces le nombró dignidad de archimandrita de Sicilia, consejero de Estado y, en 1618, el cargo más importante de inquisidor general del reino. Con la muerte del rey en 1621 perdió toda su influencia y se vio obligado a abandonar la corte.

El siglo XVII: Europa en guerra

Se ha adelantado en el capítulo anterior el efecto negativo social, económico y demográfico que supuso la expulsión de los moriscos en Aragón. Eso vino a sumarse a la crisis general que asoló a toda Europa durante todo el siglo XVII acrecentada por las continuas guerras.
Será Felipe IV (III de Aragón) quien habría de vivir los momentos más duros de la crisis, acrecentados por el hecho de que él mismo no supiera dar prioridad a los intereses internos frente a los del Imperio externos, incurriendo así en el grave error de intentar mantener por todos los medios íntegra la herencia recibida de sus antecesores, sin calcular los serios perjuicios que dicha política habría de suponer.
Soldados pertenecientes a los tercios españoles

Soldados pertenecientes a los tercios españoles
Como telón de fondo estaba la lucha abierta en la Guerra de los Treinta Años de las dos grandes potencias (España y Francia) que dirimían con ello la hegemonía en Europa. La monarquía no poseía un ejército suficiente para todos sus posibles frentes, así que el conde-duque de Olivares promovió la Unión de Armas para la creación de un ejército estable y en la reserva en todos los estados de la Corona. Éste fue el motivo por el cual el rey volvió a convocar Cortes en Barbastro en 1626consiguiendo el servicio de 2.000 hombres, o el equivalente a la paga de los mismos. Se optó por esta segunda opción que ascendía a la cantidad de 144.000 libras anuales, por un período de quince años; una cantidad a la que no podía hacer frente la Diputación.
Para conseguir este dinero se tomaron unas medidas proteccionistas como prohibir la entrada de los tejidos de lana, seda y oro. Se tuvieron que aumentar los impuestos a los tejidos fabricados en el reino, lo cual redundó en una crisis en este frágil sector que casi acabó por hundirlo. Se aumentaron los derechos del General de un 5 % a un 10 % (impuestos cobrados a los productos que entraban o salían de Aragón) con lo cual el comercio exterior se redujo considerablemente al no ser rentable, y además se vio limitado el dinero destinado a obra pública, como el arreglo de puentes y caminos.
Firma del Tratado de Monzón
Un hecho…    El Tratado de Monzón
Con este tratado se verificaba la primera paz, más teórica que real, entre España y Francia, dentro del contexto de la guerra de los Treinta Años. En 1621, Olivares, con el archiduque Leopoldo de Austria, derrotaba a los grisones y se adueñaba de los pasos de los Alpes entre el Tirol y el Milanesado; por el tratado de Milán (1622) era reconocida la libertad de tránsito de los ejércitos de la Monarquía hispana a través de la Valtelina. En 1624 se coaligan los grisones con Venecia, Saboya y Francia, pero el ejército hispano los derrota obligando a firmar el tratado de Monzón (1626) manteniendo en su poder el paso a través de los Alpes.
Francia entra en la contienda contra España directamente en 1635, lo cual supone para Aragón el cierre de los puertos transpirenaicos, creando así nuevos perjuicios para el comercio. Se recrudecen los conflictos principalmente en Navarra y el Rosellón, y las cortes aragonesas aprobaron enviar hombres al auxilio de la plaza sitiada de Fuenterrabía (1638) y al año siguiente al Rosellón.
El castillo de Monzón fue tomado por las tropas catalanofrancesas

El castillo de Monzón fue tomado por las tropas catalanofrancesas
La situación crítica alcanzaría su clímax el año 1640 cuando Cataluña y Portugal se levantan contra la corona, como consecuencia de la gravísima crisis económica, política y social de una monarquía que, debatiéndose por evitar su desmembramiento interno, aún pugnaba por mantener el Imperio heredado. Daba así comienzo la guerra de Secesión catalana, que la Francia de Richelieu, de forma premeditada, aprovechaba para prestar su interesado apoyo, invadiendo de este modo el suelo peninsular.
Con ello la guerra iba a situarse en las fronteras y dentro del reino de Aragón, ya que tropas francesas y catalanas invadieron y saquearon las zonas fronterizas de Ribagorza, La Litera y el Matarraña, ocasionando serios daños económicos, materiales y humanos.
Benasque sufrió las consecuencias de la guerra de secesión catalana

Benasque sufrió las consecuencias de la guerra de secesión catalana
El reino de Aragón sirvió en esta guerra inicialmente como mediador entre las partes y, finalmente, con los elementos humanos y materiales que le fue posible, en función de los servicios demandados por el monarca, las posibilidades del país y las imperiosas necesidades que en determinados momentos se presentaron.
1642 fue el año más duro que a lo largo de la guerra sufrieron los aragoneses, ya que los franco-catalanes, tras saquear Tamarite y un elevado número de lugares de las riberas del Cinca, rindieron el castillo de Monzón. Toda la zona oriental del Cinca excepto Fraga estaba en manos catalanas y la zona del Matarraña sufría continuos saqueos. En 1644, con la conquista de Lérida por parte de los realistas la contienda ya será en territorio catalán y Aragón queda como lugar de reserva de tropas. Todo este tiempo hasta el final de la contienda, se estuvo enviando dinero y efectivos militares a la frontera con la sangría social y económica que conllevaba.
La guerra acabó en 1652 con la toma de Barcelona con unas consecuencias desastrosas para Aragón. Según el cronista Dormer entre los años 1640 y 1646 se gastaron 5 millones de libras jaquesas. Los actos de indisciplina de los soldados (motivada en gran parte por la falta de pagas y desprestigio social), las requisas constantes por las tropas reales para su intendencia y por supuesto, las habituales rapiñas y devastación de los campos dejaron asolada la tierra de frontera, que sufrió un fuerte retroceso demográfico.
Consecuencia de la guerra se produjeron unas continuadas estancias del rey y su hijo Baltasar Carlos en Aragón. Éste último fue nombrado heredero por las Cortes en 1645, pero murió en Zaragoza al año siguiente, conservándose el la Seo un cofre con su corazón.
La paz definitiva con Francia se alcanzará el año 1659, con el Tratado de los Pirineos totalmente beneficioso para Luis XIV que se anexionaba el Rosellón y distintas plazas más. Aragón en este momento se hallaba material, política y moralmente exhausto.
El suceso…    La conspiración del Duque de Híjar
Este noble perteneciente a la alta nobleza castellana obtuvo este título por su unión con la heredera del ducado, Isabel Margarita Fernández de Híjar. Enfrentado con los validos Olivares y posteriormente Luis de Haro se vio involucrado en una serie de intrigas palaciegas por las cuales finalmente acabó desterrado. 

En sus estancias en Aragón fue considerado como extranjero pese a pertenecer a una de las casas más importantes del reino. A pesar de las pocas simpatías en el reino, aprovechando la debilidad de la monarquía por todas las sublevaciones internas y externas pretendió, mediante distintas traiciones, una independencia del reino de Aragón respecto de la Corona española apoyándose en Francia. Sin embargo, la actitud desde el propio reino fue de repulsa y de apoyo a Felipe IV.

Finalmente se descubrieron los objetivos de los conspiradores que fueron ajusticiados, mientras que al duque de Híjar, que nunca confesó, le fueron confiscados los bienes y fue condenado a cadena perpetua en León.


El reino en crisis

Las continuas guerras que mantuvo la monarquía española en los distintos frentes fueron uno de los principales motivos, si no el principal, de la crisis que asoló el siglo XVII a toda la península.
En Aragón la crisis se vio agravada por aspectos como el ya citado de la expulsión de los moriscos de 1610 en donde más de 60.000 moriscos abandonaron el reino, lo cual supuso entre un 15% y un 20% de desaparición de la población aragonesa y además, casi la extinción de la industria artesanal cerámica de lugares como Muel o Teruel.
El único censo que se contaba hasta entonces era el realizado por mandato de Fernando II en 1495 y tenía carácter fiscal, por tanto no era totalmente preciso. El siglo XVI fue de gran expansión demográfica llegando casi a duplicarse la población con 400.000 personas, lo cual se ve en las nuevas roturaciones de la tierra y la coyuntura de expansión económica.
Cerámica turolense del siglo XVII
Cerámica turolense del siglo XVII
Sin embargo a este periodo alcista le siguió otro de regresión iniciado en la emblemática fecha de 1610. El abandono de tierras, unos duros años de sequía, la creciente fiscalidad y el inmovilismo comercial no ayudan a la atracción de nuevos pobladores. La puntilla se dará con la guerra de secesión catalana y con la llegada de la peste en 1648 procedente de Valencia por el Bajo Aragón asolando lugares como Albalate, Alcañiz o Caspe. Se extendió rápidamente debido al movimiento de las tropas en la zona fronteriza llegando a Huesca en 1651 y provocando la muerte de la cuarta parte de la población; en Zaragoza se desató virulenta en 1652, muriendo 7.000 personas, y en ciudades como Jaca murieron más del 40% de sus habitantes. En conjunto, Aragón debió de perder de una cuarta a una quinta parte de la población.
En las Cortes de Zaragoza de 1645-46 se acordaba la confección de un nuevo censo igualmente con intenciones fiscales como en el anterior de 1495. Así se ajustaba más a lo que el rey podía cobrar en sus impuestos para el mantenimiento de sus guerras. La cifra de fuegos resultante eran más de 70.000, lo cual proporcionan unas cifras de unas 315.000 personas repartidas desigualmente por la geografía aragonesa. Mientras que la franja oriental (Barbastro y Ribagorza) había visto retroceder el número por causa de la guerra de Secesión catalana, las sobrecollidas de Daroca y Montalbán incrementaban sus efectivos en más de un 75%. Zaragoza alcanzaba los 5.588 fuegos (25.000 habitantes), Huesca y Calatayud eran las únicas ciudades que superaban el millar de fuegos con lo cual la sociedad aragonesa seguía siendo eminentemente rural en la que con claridad predominaban los núcleos de dimensiones reducidas.
El primer mapa…    Juan Bautista Lavaña
El primer mapa en el que aparece exclusivamente Aragón fue el realizado por el portugués Juan Bautista Lavaña por encargo de Lupercio Leonardo de Argensola y la Diputación del Reino.
Este científico humanista, fue profesor de Cosmografía y Matemáticas en la corte y Academia de Madrid ya con Felipe II. Realizó distintos viajes por toda Europa y uno de ellos fue por Aragón, en donde recogió a pie de campo todos los datos que posteriormente iba a incluir en su mapa finalizado en 1615 e impreso en 1620.
El Itinerario del Reino de Aragón es su diario del viaje, en el que anota observaciones geográficas y gran número de descripciones, datos e ilustraciones. Es un cuaderno de campo, distinto de los libros de viajeros, con gran interés para conocer muchos aspectos del pasado de Aragón.
La imagen del mapa puede resultar confusa porque su orientación no es la habitual con el norte en la parte superior; es el oeste la zona que ocupa este espacio.

Libro de cuentas de la Casa de Misericordia del año 1669
Libro de cuentas de la Casa de Misericordia del año 1669
La dramática situación económica produjo una generalización del contrabando debido a las duras medidas comerciales sobre los productos exportados e importados. Además se podía ver un gran número de personajes marginales (enfermos, vagabundos, pobres, mendigos y gente fuera de la ley) que vagan por las calles de las ciudades y pueblos aragoneses. Por esto abundarán instituciones de beneficencia como el Hospital de Nuestra Señora de Gracia (en funcionamiento ya desde el siglo XV) o la Real Casa de Misericordia de Zaragoza, creada en 1669 como hospicio para acoger a mendigos. En la centuria siguiente la institución se modernizará y creará escuelas donde se enseñaban oficios a los adolescentes y se les ofrecía trabajo hilando lanas, estambres y cáñamos.
En aquella época de crisis la gente era profundamente religiosa, necesitada como estaba de la creencia en otra vida mejor. Por eso se extendió la devoción a la Virgen del Pilar acrecentada por el milagro de Calanda.
Representación del milagro de Calanda
Un suceso sobrenatural…    El milagro de Calanda
El protagonista de este suceso fue Miguel Pellicer, a quien en 1637 le fue amputada la pierna en el Hospital de Gracia de Zaragoza al pasarle la rueda de un carro por encima. Según la tradición, tras múltiples oraciones a la Virgen del Pilar una noche de 1640 mientras dormía recuperó súbitamente su pierna atribuyéndose el milagro a la patrona zaragozana.
Se levantó acta notarial del suceso y rápidamente se propagó la noticia, llegando al propio rey Felipe IV, quien en su recibimiento en la Corte de Madrid besó la pierna de Pellicer. En 1641 este hecho fue declarado como milagroso por el arzobispo Apaolaza.

. La cultura del siglo XVII: el Barroco


La Universidad de Huesca promovió la cultura aragonesa


La Universidad de Huesca promovió la cultura aragonesa
Aragón, igual que los demás reinos de España, vio como en este siglo brillaban sus figuras artísticas y literarias configurando lo que se denomina el Siglo de Oro mientras que en todos los demás campos se entraba en un irremediable declive.
El estilo artístico que impregnará todas las artes es el Barroco surgido desde el movimiento contrarreformista (de reacción a las reformas religiosas del Norte de Europa) y como una evolución de las formas renacentistas clásicas. El estilo perdurará hasta mediados del siglo XVIII y abarcará la totalidad de manifestaciones artísticas como la literatura, la arquitectura, la pintura, la escultura o la música. Hoy ya se ha desterrado el concepto de barroco como algo peyorativo por ser demasiado recargado y desmesurado, llegando a apreciarse como un periodo cultural brillante con gran implantación en Aragón.

Juan M. Pablo Bonet: Reducción de las letras y arte de enseñar a hablar a los mudos (1620)


Juan M. Pablo Bonet: Reducción de las letras y arte de enseñar a hablar a los mudos (1620)
Las universidades zaragozana y oscense son promotoras de un importante movimiento cultural y científico que fue iniciado por el humanismo en la centuria anterior. Se tenía una gran preocupación por la educación y no es de extrañar que surgieran figuras como la de José de Calasanz Gastón(San José de Calasanz), creador de un nuevo sistema de escuela popular, las escuelas pías(escolapios) y de una formación especial para los maestros. Su sistema comprendía: lectura, escritura, contabilidad, humanidades y retórica. Otro personaje preocupado por la educación de un sector desfavorecido de la sociedad fue Juan M. Pablo Bonet, por sus estudios sobre la enseñanza a los sordomudos. Su libro Reducción de las letras y arte de enseñar a hablar a los mudos (1620), es el primer tratado moderno de fonética, y sería traducido a las principales lenguas europeas.
En lo que se refiere a las letras, el caldo de cultivo propicio para la proliferación del gran número de autores es la creación de academias literarias promovidas por el mecenazgo de algunos nobles aragoneses, acogiendo a escritores y poetas.

Panteón de los Lastanosa en la catedral de Huesca


Panteón de los Lastanosa en la catedral de Huesca
Entre las academias literarias de Aragón destaca la de los Anhelantes, que se supone ya existía a finales del siglo XVI, a la que pertenecieron entre otros Uztarroz con el seudónimo de "El Solitario" o los hermanos Lupercio Leonardo y Bartolomé J. Leonardo de Argensola. La Academia Pítima contra la Ociosidad se funda en 1608 en Zaragoza. Allí se discutía sobre autores clásicos, filosofía o la anatomía del hombre. Hubo otras más en la capital aragonesa y también en Huesca, reunida en torno a la figura del erudito Vincencio Juan de Lastanosa en cuyo palacio se dieron cita escritores, pintores y escultores. Fueron famosas sus colecciones de obras de arte y objetos raros que encerraba, así como sus jardines, de inspiración francesa, donde se cultivaban plantas de especies raras, intercambiadas por Lastanosa con otros contemporáneos aficionados a la botánica. Pero el tesoro más importante de aquel palacio fue su biblioteca que estaba compuesta por casi mil ejemplares, lo cual era una cantidad fabulosa, teniendo en cuenta que el analfabetismo casi alcanzaba al 90% de la población.
Su tertulia literaria fue frecuentada por distintos escritores atraídos por la fama de su casa, siendo el más importante Baltasar Gracián.
La figura literaria…    Baltasar Gracián (Belmonte de Gracián, 1601 - Tarazona, 1658)
Este sacerdote jesuita estudió Filosofía en Calatayud y Teología en Zaragoza y seguramente ha llegado a ser el escritor aragonés más importante de la historia. El pensamiento de Gracián resultó muy molesto para su propia Orden religiosa, como lo demuestra que tuviera que firmar sus publicaciones normalmente con el pseudónimo de Lorenzo Gracián para pasar la censura jesuítica. El momento más grave será en 1658 tras la publicación de la última parte de El Criticón cuando es destituido de su cátedra de Escritura, enviado a Graus y condenado a penitencia de ayuno a pan y agua.
No solo dedicó su vida a la literatura, también a la enseñanza, la predicación, e incluso participó en la guerra de Cataluña, llegando a escribir en 1646 la Relación sobre el socorro de Lérida.

Portada de la primera parte del Criticón


Portada del Criticón
Sus obras poseen un gran contenido filosófico y moral. Publicó entre otras:

  • El Héroe (1637), su primer libro en donde narra las condiciones genéricas que debe tener este hombre perfecto.
  • En El Político (1640) se fija nostálgicamente en Fernando el católico, contrapuesta esta figura a la triste realidad presente de Felipe IV de España y sus validos.
  • El Discreto (1646), manual de conducta social para el hombre, y El Oráculo (1647) fueron publicados en Huesca bajo el patrocinio de Lastanosa. Este último es una colección de aforismos o sentencias sobre su particular visión del mundo.
  • La Agudeza y Arte de Ingenio fue publicada inicialmente en su estancia en la corte de Madrid (1642) para ser posteriormente reelaborada en Huesca (1648). Es un tratado de retórica donde describe la estética literaria barroca y donde se analizan las figuras literarias de su época.
  • El Criticón (I, Zaragoza, 1651; II, Huesca, 1653; III, Madrid, 1657) es una de las obras maestras universales. Es un viaje a través del mundo conocido de dos personajes (Andrenio y Critilo, lo espontáneo y lo reflexivo) persiguiendo la felicidad. Esta obra supone la culminación literaria de la visión filosófica del mundo de Gracián, donde prima el desengaño vital y el pesimismo.
  • El Comulgatorio (1655) donde se ocupa de la preparación del cristiano para la comunión es la única obra que no firmó bajo pseudónimo.




  • Nave de la iglesia de San Ildefonso o Santiago (Zaragoza)


    Nave de la iglesia de Santiago
    La figura femenina literaria del siglo XVII es Ana Francisca Abarca de Bolea, una monja cisterciense que vivió desde los tres años en el Monasterio de Santa María de Casbas. Por su obra, de temática religiosa normalmente, es elogiada por el propio Gracián, pero además es una de las escritoras más importantes que usó la lengua aragonesa en algunas de sus composiciones, aunque ya con bastantes castellanismos.
    Continuando con otras artes, en arquitectura, el barroco es uno de los estilos de mayor transcendencia en Aragón, tanto por la abundancia de ejemplos como por su fuerte personalidad, muy influida por la tradición mudéjar tanto en la decoración (vegetal y geométrica de lazo) como en los materiales usados (ladrillo, tapial y yeso).

    Cúpulas barrocas del Pilar


    Cúpulas barrocas del Pilar
    Los interiores de los edificios los encontramos profusamente ornamentados, especialmente en bóvedas y cúpulas a base de las características lacerías mudéjares, labradas en yeso (iglesias de Illueca, Acered o Brea). Pero poco a poco se irán adoptando las formas italianas y se comenzarán a difundir las grandes cúpulas como la de San Ildefonso (Santiago actualmente) o el Pilar en Zaragoza.
    Las obras más emblemáticas del siglo serán el inicio de la basílica del Pilar y la construcción de la torre de La Seo, cuyas primeras piedras se colocan simbólicamente en 1681. El primer plano para el Pilar lo realizó Felipe Sánchez en 1675. Posteriormente fue revisado por Francisco de Herrera el Mozo, a partir de 1679, haciéndose cargo de la dirección de las obras. Este tipo de planta rectangular de salón con tres naves y capillas laterales, cubierta con cúpula central y otras menores secundarias, ejercerá gran influjo regional. Lo mismo ocurre con la torre de La Seo (1686-1704) que resulta una versión aragonesa de un campanile italiano, con diseño de Juan Bautista Contini.
    La pintura barroca en Aragón no alcanza las cotas de calidad de la realizada en otras regiones de la península, pero está muy bien representada por autores como Juan Galbán, Francisco Ximénez Maza o Jusepe Martínez. A finales de siglo, la presencia del pintor de la corte Claudio Coello en Zaragoza para pintar en la iglesia de la Mantería, influirá en pintores tan importantes como Vicente BerdusánBartolomé VicenteJerónimo Secano o los Rabiella.
    Un hecho a resaltar es que los pintores aragoneses conseguirán que Carlos II, en las Cortes de Aragón de 1677, declare a la pintura "arte liberal", suponiendo una dignificación social y profesional, pero también una mayor libertad de acción en el desarrollo de su actividad artística.
    Imaginación, efectismo y una progresiva búsqueda del movimiento son las constantes de la escultura barroca. Normalmente la madera es el material más usado y el yeso le seguía en orden de importancia, reservando la piedra para fachadas y portadas.
    La temática suele ser religiosa, ya que casi exclusivamente la Iglesia es la encargante de obras. Los escultores estaban considerados como artesanos y estaban insertados en gremios cerrados que conformaban verdaderos clanes familiares. Entre los más famosos hay que destacar a los OrliensRamón Senz, los Franco o a los Messa.
    Para finalizar con el tema de la cultura hay que destacar el grandísimo desarrollo de la música gracias a la proliferación de capillas musicales en el reino y el surgimiento de unos grandísimos compositores como Fray Manuel CorreaPablo Bruna 'el ciego de Daroca', Sebastián AlfonsoAndrés de Sola o Gaspar Sanz, compositor y autor de un célebre tratado sobre guitarra española.






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