Tradicionalmente se ha considerado el lugar de nacimiento del Ebro en el manantial de Fontibre pero actualmente, tiende a situarse en el nacedero del río Híjar, en Peñalabra. En su curso superior recoge un importante caudal procedente de las abundantes precipitaciones propias del clima oceánico de la cornisa Cantábrica. Desde allí recorre 910 kilómetros por terrenos muy variados recibiendo el caudaloso aporte de los afluentes provenientes del Pirineo y, en menor medida, del Sistema Ibérico.
Todo ello hace que el Ebro sea el río más caudaloso de la Península, pese a lo cual presenta la paradoja de regar una zona muy árida sobre todo en la depresión central aragonesa, hasta llegar a su desembocadura en el Mediterráneo formando un delta en las inmediaciones de Amposta.
Forma triangular de la cuenca del Ebro
La cuenca del Ebro es la mayor de España, y está ocupada por 18 provincias de 9 comunidades autónomas, sin embargo casi el 50% pertenece al territorio aragonés. Esta cuenca forma una figura de un triángulo isósceles, limitada por el Pirineo al norte, por la cordillera Ibérica al sur y por la Costero-catalana al Este, haciendo de base a este triángulo. Estos límites extremos dejan en el interior una unidad geomorfológica deprimida en relación a sus sierras que la enmarcan, ésta es la llamada depresión del Ebro.
Los afluentes que componen esta cuenca son:
En el tramo hasta su llegada al límite aragonés por su margen derecha: Oca, Tirón, Najerilla, Iregua, Leza, Cidacos, Alhama y Queiles; y por la izquierda: Híjar, Nela, Jerea, Omecillo, Bayas, Zadorra, Ega y Aragón-Arga.
Ya en Aragón recibe por la margen derecha a los ríos Huecha, Jalón, Huerva, Aguas Vivas, Martín, Guadalope y Matarraña; y por la izquierda los Arbas, el Gállego y el complejo Segre-Cinca con sus importantes afluentes.
El tramo aragonés del Ebro tiene escasa pendiente y tan solo hay que salvar las muelas, cerros testigos de escasa altura y de cumbre plana, típicos de las cuencas sedimentarias. Producto de esta escasa pendiente son característicos los meandros y galachos, típicos en los cursos medios y bajos de los ríos.
El río puede variar su cauce porque busca la vía más rápida y el camino recto, pudiendo quedar meandros abandonados, llamados galachos en Aragón. En el caso del galacho de Juslibol se sabe que varió el curso del río por una gran avenida de agua en 1960.
Las avenidas de agua son relativamente habituales en el Ebro, por el régimen fluvial del río que origina crecidasextraordinarias en las estaciones húmedas, llegando a desbordarse en ocasiones en las zonas más llanas. Por contra, en las estaciones secas, el estiaje tiene gran incidencia rebajando considerablemente el caudal del río.
Para la regulación de los cauces de los ríos, y para asegurar el abastecimiento, el riego, la industria o el aprovechamiento eléctrico, se han realizado obras de ingeniería como embalses y canales. En el Ebro específicamente hay que destacar el embalse del Ebro, entre Cantabria y Burgos, cerca del nacimiento del río, y en territorio aragonés los embalses de Mequinenza y Ribarroja, adentrándose en Cataluña. El de Mequinenza es el embalse de mayor capacidad (1.530 hm³) y que más hectáreas ha inundado (7700 has.), por eso también se le llama el Mar de Aragón, al unirse en el conjunto de los pantanos de Caspe y Ribarroja.
Además hay que destacar la construcción de canales como el de Lodosa, el de Tauste y el Imperial de Aragón, usados básicamente para riego.
La gestión hídrica… la Confederación Hidrográfica del Ebro
La encargada de la gestión de los recursos hídricos de la cuenca del Ebro es la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Fue creada en 1926, influida sustancialmente por Joaquín Costa y el regeneracionismo. Este año nacen en España las Confederaciones Sindicales Hidrográficas (CSH) -como se llamaron inicialmente-, en el caso de la del Ebro su capitalidad la sitúan en Zaragoza, siendo su promotor y primer director técnico Manuel Lorenzo Pardo.
Esta Confederación Hidrográfica del Ebro se encarga de la gestión de los recursos hídricos de la cuenca y ha sido la más importante de las diez que han llegado a crearse en el territorio peninsular. Con la confederación se unificaría en una sola administración un plan de regadíos, producción hidroeléctrica e incluso navegación fluvial, abordando la construcción de las obras y su explotación con un criterio unitario y programado de los intereses en toda la cuenca.
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